La cultura organizacional en tiempos de incertidumbre
Columna de opinión realizada por Eduardo Espinosa, gerente general de Martin Engineering Andina.
Uno de los principales desafíos que enfrentan las organizaciones en los últimos años está relacionado con gestionar el crecimiento dentro de un ambiente de incertidumbre. No es que se trate de un tema reciente, pero con lo amplia que resulta esta palabra en nuestra región, no podemos hablar solo de coyunturas complicadas, sino más bien de un escenario permanente de variables fuera de nuestro control, que en definitiva van a generar turbulencia en la manera en que se interrelacionan la empresa, el mercado, el estado y las familias que los componen.
La manera con la que cada organización enfrenta la incertidumbre es una consecuencia de la cultura que se vive en ella. En ocasiones esta es intuitiva y en ocasiones está formalmente declarada. Cualquiera sea el caso la cultura siempre existe, aunque es verdad que esta no siempre ayuda.
Para que la cultura sea un driver de competitividad es imprescindible que quien la lidera tenga una visión clara, comunique y persuada; se comprometa de manera personal, empodere y forme otros líderes que alimenten la cultura; que reconozca y retroalimente con la finalidad de generar confianza y transformar las oportunidades en acciones.
Teniendo esto en cuenta, nos hemos propuesto un plan de desarrollo enfocado en potenciar líderes formadores de equipos con tres pilares como base de la gestión del cambio: personas (bienestar y desarrollo), procesos (agilidad) y performance (desempeño y resultados). De esta manera, la satisfacción del cliente se convierte en una consecuencia ineludible de nuestras acciones.
Un liderazgo consciente fomenta abiertamente que la cultura abrace la incertidumbre, donde el cambio sea una propuesta que venga desde dentro con miras a la competitividad e innovación. Es un trabajo de largo aliento, pero con excelentes resultados cuando lo vinculamos a un propósito claro.
Una cultura coherente con el propósito de la organización invita a todos a sumarse en una misma declaración y a crear un ambiente propicio para generar crecimiento, aún en ambientes de incertidumbre. Buscamos generar un impacto en las personas, en la organización y en la comunidad.
Uno de los grandes aprendizajes es que el propósito debe trascender a la organización y, al momento presente, conceptos como ESG empiezan a cobrar relevancia no solo entre directivos, sino de manera transversal a la organización y en el diseño de los procesos, con mira a la sostenibilidad, gobernanza y cuidado del medio ambiente.
Finalmente, no podemos hablar de organizaciones exitosas si no hablamos de la toma de decisiones con sentido de integridad y de coherencia en sus acciones. Sin esto, ninguna declaración de valores, visión, misión o propósito tiene relevancia. El compromiso y responsabilidad de las organizaciones es fundamental para generar confianza.
En el centro de todas estas decisiones y acciones está la cultura de la organización, una cultura en el que las personas reconozcan y vivan conscientemente, alineada a un propósito que trascienda e inspire.